Condemned for HIV transmission
The sentence of three years suspended sentence was applied by a judge of Rosario. The magistrate considered that the man acted with “eventual intent.” Two specialists question the ruling.
A judge from Rosario sentenced three years suspended in prison a man who, knowing that he had the AIDS virus, hid him from his partner, had relations with her without a condom and transmitted HIV: the sentence is for “very serious injuries” committed with “eventual intent”. During the relationship, the couple had a baby, who was born healthy. It is the first time that a failure like this has occurred in Argentina. A specialist pointed out his “concern about this failure”: the risks could be, in his opinion, “discrimination against people with HIV”, the dismissal that “the use of condoms is always a shared responsibility” or “the wrong assumption of that the person with HIV is obliged to communicate it. ” Another specialist noted that “socially, the possibility that people with HIV know how to resolve when and to whom to communicate depends on instruments such as ‘counseling’, which should work in public hospitals,” and stressed that “when a person with HIV can organize their life, it becomes a great prevention agent ”.
The ruling – which has no history in the country and was signed by the sentencing judge Ernesto Genesi – warns that the 35-year-old defendant knew since 1996 that he had HIV, which was credited by hospital consultations he conducted for five years. His partner, a 25-year-old girl (the names, as established by the National AIDS Law, were not disclosed), lived with him for nine months. At first they used condoms, but then, at his initiative, they stopped using them. The woman became pregnant, and their son was born healthy; but she contracted HIV and, when she knew it, made the complaint.
During the investigation of the summary – in charge of Judge Adolfo Prunotto Laborde -, the defendant affirmed that they had only omitted the condoms in an opportunity in which both were alcoholized. The woman, on the other hand, said that he had never told her that she had HIV and that after a short time of living they had stopped taking care of themselves.
The judge ordered a confrontation, in which both maintained their positions. But the young woman contacted a defendant’s previous girlfriend, who revealed that, also in her case, they had started using condoms and then stopped doing so, even though she had not contracted the virus.
With all these elements, Judge Genesio ordered the sentence for “very serious injuries”, equating to such the consequences of HIV infection; the damage would have been caused by “eventual fraud”, a qualification that corresponds to the fact that the accused maintained his conduct even knowing the risk involved. As a source close to the court pointed out to this newspaper, “both the victim and the accused are people of good cultural status, belonging to the middle class.”
The sentence was suspended because the guilty party has no criminal record. The ruling was appealed, and in the coming months the Rosario Appeals Chamber must decide.
Ignacio Maglio – lawyer in the Medical-Legal Risk section of the Muñiz Hospital and in the Guest Foundation – highlighted his “concern about the consequences that may arise from this ruling or from an inadequate and morbid impact of this ruling.” One of these consequences would be “to operate as an indirect discrimination mechanism against people living with HIV. The ruling could imply the assumption that there are “healthy” couples, who would not need a condom, when anyone can have HIV and use a condom is a shared responsibility. ”
Maglio added that “the ruling could promote the violation of privacy, if it is understood that every person with HIV would be obliged to communicate it. And it could promote the prejudice of the guilty-innocent binomial in the transmission, as when it is said that whoever contracted the virus by transfusion is ‘innocent’ and whoever receives it sexually is ‘guilty’. ”
Mario Burgos, head of the Red Foundation – dedicated to HIV / AIDS issues – also expressed objections: “Failures like this can aim to transfer responsibility for the epidemic from the State and institutions to individuals, and carry the weight of prevention about people living with HIV. ”
Burgos said that “in social terms, the possibility that people with HIV can resolve the question of when, how and to whom to communicate this situation is linked to an instance that most public hospitals lack: the ‘counseling offices’, places attended by professional teams where the person can raise the employment or discrimination problems that HIV poses, and discuss their difficulties in communicating or following a treatment. When a person with HIV can build his life well, he becomes a great prevention agent. ”
Condena por contagiar el VIH
La sentencia a tres años de prisión en suspenso la aplicó un juez de Rosario. El magistrado consideró que el hombre actuócon “dolo eventual”. Dos especialistas cuestionan el fallo.
Un juez de Rosario condenó a tres años de prisión, en suspenso, a un hombre que, a sabiendas de que tenía el virus del sida, lo ocultó a su pareja, tuvo con ella relaciones sin preservativo y le trasmitió el VIH: la sentencia es por “lesiones gravísimas” cometidas con “dolo eventual”. Durante la relación, la pareja tuvo un bebé, que nació sano. Es la primera vez que se produce un fallo como éste en la Argentina. Un especialista señaló su “inquietud ante este fallo”: los riesgos podrían ser, a su criterio, “la discriminación contra las personas con VIH”, la desestimación de que “el uso de preservativo es siempre responsabilidad compartida” o “la errónea suposición de que la persona con VIH está obligada a comunicarlo”. Otro especialista observó que “socialmente, la posibilidad de que las personas con VIH sepan resolver cuándo y a quiénes comunicarlo depende de instrumentos como las ‘consejerías’, que deberían funcionar en hospitales públicos”, y destacó que “cuando una persona con VIH puede organizar su vida, se convierte en un gran agente de prevención”.
El fallo –que no tiene antecedentes en el país y fue suscripto por el juez de sentencia rosarino Ernesto Genesi– advierte que el acusado, de 35 años, sabía desde 1996 que tenía el VIH, lo cual se acreditó por consultas hospitalarias que efectuó durante cinco años. Su pareja, una chica de 25 años (los nombres, como establece la Ley Nacional de Sida, no fueron dados a conocer), convivió con él durante nueve meses. Al principio usaban preservativos, pero después, a iniciativa de él, dejaron de utilizarlos. La mujer quedó embarazada, y el hijo de ambos nació sano; pero ella contrajo el VIH y, cuando lo supo, formuló la denuncia.
Durante la instrucción del sumario –a cargo del juez Adolfo Prunotto Laborde–, el acusado afirmó que sólo habían omitido los preservativos en una oportunidad en que ambos estaban alcoholizados. La mujer, en cambio, afirmó que él jamás le había comunicado que tenía el VIH y que al poco tiempo de convivir habían dejado de cuidarse.
El juez ordenó un careo, en el cual ambos mantuvieron sus posiciones. Pero la joven se contactó con una novia anterior del acusado, quien reveló que, también en su caso, habían empezado por utilizar preservativos y después habían dejado de hacerlo, aunque ella no había contraído el virus.
Con todos esos elementos, el juez Genesio dispuso la condena por “lesiones gravísimas”, equiparando a tales las consecuencias de la infección por VIH; el daño habría sido producido por “dolo eventual”, calificación que corresponde al hecho de que el imputado mantuvo su conducta aun conociendo el riesgo que implicaba. Según señaló a este diario una fuente próxima al juzgado, “tanto la víctima como el acusado son personas de buen nivel cultural, pertenecientes a la clase media”.
La condena quedó en suspenso porque el culpable no tiene antecedentes penales. El fallo fue apelado, y en los próximos meses deberá decidir la Cámara de Apelaciones rosarina.
Ignacio Maglio –abogado en la sección Riesgo Médico-Legal del Hospital Muñiz y en la Fundación Huésped– destacó su “inquietud ante las consecuencias que puedan derivar de este fallo o de una repercusión inadecuada y morbosa de este fallo”. Una de estas consecuencias sería “que opere como un mecanismo indirecto de discriminación contra las personas viviendo con VIH. El fallo podría implicar la suposición de que hay parejas ‘sanas’, que no necesitarían preservativo, cuando cualquiera puede tener el VIH y usar preservativo es responsabilidad compartida”.
Maglio agregó que “el fallo podría promover la violación de la intimidad, si se entiende como que toda persona con VIH estaría obligada a comunicarlo. Y podría promover el prejuicio del binomio culpable-inocente en la trasmisión, como cuando se dice que quien contrajo el virus por transfusión es ‘inocente’ y quien lo recibe por vía sexual es ‘culpable’”.
También Mario Burgos, titular de Fundación Red –dedicada a temas de VIH/sida–, manifestó reparos: “Fallos como éste pueden apuntar atransferir la responsabilidad de la epidemia desde el Estado y las instituciones hacia los individuos, y cargar el peso de la prevención sobre las personas que viven con VIH”.
Burgos señaló que “en términos sociales, la posibilidad de que las personas con VIH puedan resolver la cuestión de cuándo, cómo y a quiénes comunicar esa situación se vincula con una instancia de la que la mayoría de los hospitales públicos carecen: las ‘consejerías’, lugares atendidos por equipos profesionales donde la persona puede plantear los problemas laborales o de discriminación que el VIH le plantea, y discutir sus dificultades para comunicarlo o para seguir un tratamiento. Cuando una persona con VIH puede armar bien su vida, se convierte en un gran agente de prevención”.